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27 Pasmados, los discípulos se decían:

«¿Quién es este, que aun los vientos y la mar lo obedecen?».

Liberación de dos endemoniados

28 Ya al otro lado del lago, en tierra de los gadarenos, dos endemoniados le salieron al encuentro. Vivían en el cementerio, y eran tan peligrosos que nadie se atrevía a andar por aquella zona. 29 Al ver a Jesús, le gritaron:

―¡Déjanos tranquilos, Hijo de Dios! ¡Todavía no es hora de que nos atormentes!

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